Tanto si hablamos de caballos de deporte como de cría, la base de un buen manejo alimentario se basa en elegir un buen pienso forrajero, así como proporcionar este pienso en cantidades adecuadas. Esto se debe a que los caballos son animales herbívoros y están preparados desde el punto de vista anatómico y fisiológico para cubrir gran parte de sus necesidades energéticas a través de la digestión de alimentos fibrosos.

Digestión de alimentos fibrosos

Respecto a la digestión de los alimentos fibrosos, ésta se produce a través de la fermentación microbiana en el ciego y el colon, con el apoyo de una microflora residente formada por bacterias, protozoos y levaduras. Estos procesos de fermentación dan lugar a ácidos grasos volátiles (AGV), que se absorben en el torrente sanguíneo y se convierten en glucosa para su uso inmediato, o se almacenan en forma de grasa, constituyendo reservas de energía para su uso futuro.

Por tanto, la fuente de forraje debe considerarse un recurso energético fundamental, pero no se limita únicamente a esta función. El suministro de alimento forrajero, en cantidad adecuada o “ad libitum”, es beneficioso desde el punto de vista conductual, gastrointestinal y nutricional.

  • conductual

Proporcionar forraje es un factor esencial en el desempeño del comportamiento fisiológico del caballo., ya que permite al caballo reproducir su comportamiento en un entorno natural, proporcionando un aporte continuado en el tiempo, reduciendo los problemas de conducta (conocidos como “rabietas”).

  • Gastrointestinal

Proporcionar alimento forrajero contribuye a una adecuada motilidad intestinal.

Este alimento es necesario para mantener una flora intestinal residente adecuada, y la relación entre la microbiota intestinal y el caballo es simbiótica (ambas partes se benefician). El caballo necesita esta flora microbiana (compuesta mayoritariamente por bacterias celulolíticas) para digerir la fibra. La fibra, a su vez, es necesaria para que esta microbiota se mantenga estable, impidiendo el mayor desarrollo de bacterias productoras de ácido láctico que promueven la acidez intestinal, haciendo el ambiente más favorable para el desarrollo de bacterias patógenas como coli y el Salmonela.

La masticación continua asociada a alimentos fibrosos contribuye a un aumento de la salivación, ya que la saliva contiene naturalmente bicarbonato que actúa como amortiguador, promoviendo un aumento del pH gástrico y contribuyendo a la prevención de problemas asociados con la acidez gástrica, como el Síndrome de Ulceración Gástrica Equina, que es tan frecuente en caballos atléticos.

La fibra también contribuye a la retención de agua en el intestino, funcionando el intestino grueso como un importante reservorio de agua, disponible cuando el caballo lo necesita, previniendo la deshidratación y el agotamiento de electrolitos durante esfuerzos prolongados.

  • nutricional

Los alimentos fibrosos, además de ser una fuente de energía, también son una fuente de minerales y vitaminas importantes para el caballo. También es relevante como sustrato fermentable para la microbiota intestinal, que tiene la capacidad de producir algunas vitaminas del grupo B.

para retener:

  • La alimentación a base de forrajes es esencial desde el punto de vista energético y para mantener un tracto gastrointestinal saludable. Su cantidad debe corresponder aproximadamente a 1,5% del peso vivo del caballo y constituir aproximadamente 60% del alimento total suministrado (mínimo 50%).
  • El consumo insuficiente de fibra contribuye al desarrollo de problemas de conducta (“rabietas”), acidosis intestinal, disbiosis intestinal, úlceras gástricas, “cólicos”, entre otros problemas.

 

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